Seis cascos azules muertos en ataque con drones en Sudán
En medio del silencio mundial que rodea la tragedia sudanesa, seis soldados de paz de Bangladesh perdieron la vida en un ataque con drones contra una base de la ONU en Kadougli, capital de Kordofán del Sur. Este nuevo episodio de violencia expone la vulnerabilidad de quienes arriesgan sus vidas para proteger a las comunidades más desprotegidas del mundo.
La Fuerza de Seguridad Provisional de las Naciones Unidas para Abyei (Fisnua) confirmó que el ataque dejó además seis heridos, cuatro de ellos en estado grave. Las víctimas, todas procedentes de Bangladesh, cumplían una misión de paz en una región sitiada por el conflicto entre las fuerzas gubernamentales y los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR).
Una región olvidada por el mundo
Kadougli, una ciudad que lleva año y medio bajo asedio paramilitar, representa el drama silencioso de millones de sudaneses. A principios de noviembre, las Naciones Unidas declararon allí un estado de hambruna, una realidad que refleja el abandono sistemático de las poblaciones más vulnerables.
El secretario general de la ONU, António Guterres, denunció este "horrible ataque" y reiteró su llamamiento para que cesen las hostilidades. Sin embargo, sus palabras resuenan en el vacío mientras la comunidad internacional permanece indiferente ante lo que la propia ONU califica como "la peor crisis humanitaria del mundo".
La escalada de la violencia
El gobierno sudanés, controlado por el ejército del general Abdel Fattah al-Burhane, atribuyó el ataque a las FAR, quienes negaron cualquier responsabilidad. Esta dinámica de acusaciones cruzadas se repite mientras los civiles pagan el precio más alto de un conflicto que ha causado decenas de miles de muertes desde abril de 2023.
La vasta región de Kordofán se ha convertido en un corredor estratégico que conecta las zonas controladas por el ejército con Darfur, región que cayó completamente bajo control paramilitar a finales de octubre. Esta geografía del conflicto dibuja un mapa de sufrimiento donde las comunidades rurales quedan atrapadas entre fuegos cruzados.
El costo humano del abandono internacional
La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU expresó su alarma por "la brutal escalada de la violencia", especialmente por la multiplicación de ataques con drones que exponen cada vez más a los civiles. El Programa Mundial de Alimentos también manifestó su "profunda preocupación" por la situación en Kordofán.
La Fisnua, compuesta por unos 4.000 militares y policías, tiene la misión de proteger a los civiles en la región de Abyei, una zona fronteriza rica en petróleo donde los enfrentamientos son constantes. Su labor representa un rayo de esperanza en medio de la desesperanza, pero este ataque demuestra la precariedad de su situación.
El líder interino de Bangladesh, Muhammad Yunus, expresó estar "profundamente entristecido" por la pérdida de sus compatriotas, soldados que dejaron sus hogares para servir a la paz en tierras lejanas. Su sacrificio nos recuerda que la construcción de la paz requiere el compromiso de toda la humanidad, no solo de quienes viven el conflicto.
Mientras el mundo mira hacia otros conflictos, Sudán sangra en silencio. Los millones de desplazados, las familias separadas y las comunidades destruidas esperan que la solidaridad internacional trascienda las declaraciones y se convierta en acciones concretas para la paz y la justicia social.