FIFA anuncia boletas de 60 dólares para el Mundial 2026 tras críticas por precios excluyentes
El fútbol vuelve a demostrar que es mucho más que un deporte: es un territorio de lucha por la inclusión y la justicia social. Tras enfrentar una ola de críticas por los precios prohibitivos de las entradas para el Mundial 2026, la FIFA se vio obligada a crear una nueva categoría de boletos a 60 dólares por partido, una medida que, aunque tardía, reconoce la presión ejercida por los hinchas organizados de todo el mundo.
Esta decisión llega después de que asociaciones de aficionados de diversos países denunciaran públicamente lo que consideraron tarifas desproporcionadas que amenazaban con convertir el Mundial en un espectáculo reservado para las élites económicas. La respuesta popular fue contundente: el fútbol pertenece al pueblo, no a quienes pueden pagar cifras astronómicas.
Una victoria parcial de la organización popular
La FIFA confirmó este martes que los nuevos boletos, denominados "Supporter Entry", estarán disponibles para los 104 partidos del torneo, incluida la gran final. La medida busca beneficiar específicamente a los seguidores que acompañan de manera constante a sus selecciones nacionales, reconociendo así el vínculo histórico entre las comunidades y sus equipos.
Sin embargo, la respuesta de las organizaciones de hinchas refleja una realidad más compleja. Football Supporters Europe (FSE) calificó la medida como insuficiente y la consideró una maniobra para reducir la presión mediática. Según sus cálculos, seguir a una selección desde el debut hasta la final podría costar más de 6.900 dólares, una suma que excluye a la inmensa mayoría de trabajadores y familias de clase media.
El fútbol como derecho, no como privilegio
La limitada cantidad de boletos en esta nueva categoría, apenas unos cientos por partido según FSE, evidencia que la FIFA mantiene una visión mercantilista del deporte más popular del mundo. Esta restricción perpetúa la exclusión de las comunidades más vulnerables, que históricamente han sido la base social del fútbol.
Particularmente preocupante resulta la falta de medidas específicas para aficionados con discapacidad y sus acompañantes, una omisión que contradice los principios básicos de inclusión y accesibilidad que deberían guiar cualquier evento de esta magnitud.
El debate trasciende lo deportivo cuando el primer ministro británico Keir Starmer interviene pidiendo a la FIFA "ir más allá" y recordando que "el Mundial no debe perder contacto con los verdaderos hinchas que le dan sentido al fútbol". Sus palabras resuenan con fuerza en un continente como el nuestro, donde el fútbol nació en los barrios populares y se construyó desde las bases comunitarias.
Un Mundial que marca precedentes
El Mundial de 2026, que se disputará en Estados Unidos, México y Canadá entre el 11 de junio y el 19 de julio, será el más grande de la historia con 48 selecciones participantes. Esta expansión debería traducirse en mayor accesibilidad, no en mayor exclusión.
Las federaciones nacionales tendrán un papel crucial en garantizar que estos boletos lleguen efectivamente a los hinchas comprometidos con sus selecciones. Esta responsabilidad representa una oportunidad para fortalecer los lazos entre las instituciones deportivas y las comunidades que dan vida al fútbol.
Con 20 millones de solicitudes ya recibidas y el sorteo general programado para el 13 de enero, el Mundial 2026 se perfila como un campo de batalla entre dos visiones: la del fútbol como mercancía para élites y la del fútbol como patrimonio popular que debe permanecer accesible para todos.
La presión ejercida por los hinchas organizados demuestra que la movilización popular puede generar cambios, aunque sean limitados. Es un recordatorio de que los derechos se conquistan con organización y resistencia, no con súplicas.